Volver a casa
Miles de personas viajan día tras día en el transporte público. Mueven sus vidas de aquí a allá. Unos van al colegio, otros viajan por asuntos de negocios y algunos van a visitar a personas que quieren. Pero todos vienen o vuelven a casa. Menos ese hombre que escribía poesías en el vagón dos. Él vivía allí, el tren era su casa. Se movía de parada en parada, veía subir y bajar gente todos los días. No tenía un hogar al que volver. El señor de vez en cuando se levantaba a darle una de sus poesías a algún pasajero, que la mayoría de las veces le sonreía y le agradecía el detalle. Era Navidad, y en una época tan fría y tan acogedora a partes iguales, los vagones estaban llenos de regalos y celebración. Pero el hombre seguía ahí. Dispuesto a pasar un día más en ese tren. De pronto, un joven junto con su padre se acercaron a su asiento. Amablemente, convencieron al señor de que fuera a cenar con ellos, que les acompañara en una noche tan especial como es la de Navidad. Tras dos in...